Antes que otra cosa... FELIZ AÑO! Que sea el mejor de los que habéis vivido y el peor de los que os queden por vivir.
El Proyecto Mandeo es un ambicioso
programa, que se materializará en distintas anualidades, y que está
suponiendo la transformación de la cuenca del río Mandeo en
un entorno de gran valor ecológico, cultural y turístico.
El
plan, con una inversión de 12,4 millones de euros cofinanciados por
la Diputación de A Coruña y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional
(FEDER), cuenta con la colaboración de los municipios coruñeses de
Aranga, Betanzos, Bergondo, Cesuras, Coiros, Curtis, Irixoa, Oza
dos Ríos, Paderne y Sobrado, en los que se están realizando
importantes actuaciones.
El proyecto está cofinanciado en un
70% por fondos FEDER dentro del eje 5 Desarrollo local y urbano
sostenible del P.O. FEDER 2007-2013.

Hace unos días, hemos
recibido un ejemplar de la "Guía Turística de la cuenca del
Mandeo", editada por la Diputación Provincial. El trabajo fue
realizado por el equipo de la empresa SIGNO Ingeniería del
Territorio. Figuran como autores Fran García, César Vilasánchez,
Jaime Garaboa, Juan López y Manuel Freire, bajo la coordinación de
Jerónimo Puertas, Vicente Berrocal y Miguel Cachafeiro. La impresión
fue realizada en los talleres de Peragallo S.L.-Imprenta y
Merchandising.
Aunque muchos son los
contenidos y comentarios que merecen ser destacados, reproduciré en
esta ocasión una leyenda que nunca había oído ni leído y resulta,
cuando menos, curiosa. Me he permitido ampliarla con la versión que
se recoge en la página de la Casa do Castelo de Andrade, procedente
de leyendas de Galicia.
LEYENDA DE ROXÍN ROXAL
El
tercero de los señores de Pontedeume fué Nuño Freire, recordado
como un fiero hidalgo, de carácter violento, que ocultaba bajo la
apereza de su mal genio, caballerescos sentimientos. Tenía varios
hijos varones pero solo una hija, llamada Teresa, cuyo recuerdo es el
de un ángel de dulce sonrisa y rostro melancólico. Todos los que la
conocieron no pudieron menos de amarla por su bondad y admirarla por
su belleza.
Don
Nuño tenía un doncel a quien apreciaba mucho por su valor: era el
popular y gallardo Roxín Roxal, un joven alegre y sonriente cuya
simpatía ganaba enseguida el corazón de cuantos le conocían.
Pero
aquel carácter abierto y gracioso del muchacho empezó a variar.
Desde hacía algún tiempo ya no alternaba con sus compañeros en las
diversiones y gustaba a menudo de la soledad. Le pacía especialmente
retirarse a lo alto de la torre del castillo, desde donde podía
contemplar la parte más bella de la Ría de Ares, donde había
pasado su infancia.
Un
día fue sorprendido en su soledad por la hija del Conde quien, al
oirle cantar con voz melodiosa una melancólica canción, no pudo
menos que detenerse. Observando su tristeza le preguntó si tenía
amores en Ares, a lo cual él respondió que su corazón estaba mucho
más cerca, y comprendiendo Teresa que era ella la causa de la
melancolía del joven doncel bajó turbada su mirada. Ella también
lo quería. Y desde aquel día los dos amantes se veían a menudo en
aquel lugar. Sabían que sus sentimientos tenían que permanecer
secretos y ocultaron cuidadosamente la dicha de su amor.
Pero
más temprano que tarde don Nuño terminó por enterarse y, a pesar
de lo que apreciaba a su doncel, decidió poner fin a un idilio que
juzgaba tan desigual, e hizo elegir a su hija entre casarse con su
pretendiente D. Enrique Osorio, perteneciente a una de las más
ilustres familias de Galicia, y la muerte de Roxín Roxal. Ante tan
cruel alternativa, Teresa capituló y a los pocos días se celebró
tan sonada boda.
Para
el joven doncel comenzaron a pasar largas noches de sufrimiento,
enlas que durante horas y horas permanecía asomado en su ventana,
contemplando la de la cámara nupcial,siempre cerrada. Hasta que una
noche, Don Nuño le sorprendió en su centinela y le obligó a
abandonar para siempre el castillo. La recién casada, por su pare,
se sentía más sola que nunca, Su marido, que sólo sentía pasión
por la caza, no demostraba el afecto que merecía y, a menudo, ella
pasaba largas horas en la torre contemplando el dulce panorama que
ofrece la Ría de Ares, recreándose con los más vivos recuerdos de
su amor.
Algún
tiempo después apareció en el país un jabalí monstruoso, que dejó
para siempre memoria de sus estragos. Se organizaron cacerías y
celadas que de nada sirvieron. La persecución de la fiera costaba
todos los días la vida de algún hombre y el temor se fue
extendiendo por toda la comarca.
Dispuesto
a terminar con tan terrible animal, Don Nuño organizó una cacería
en al que tomaríanparte los mejores cazadores del Reino de GAlicia y
encomendó su dirección a su experto yerno. Todo estaba dispuesto y,
contra lo que era costumbre, Teresa fue invitada por su marido para
presenciar el gran acontecimiento. Para ello, la llevó al puente que
cruza el río Lambre, poco antes de su desembocadura, pues le parecía
el lugar más seguro y desde donde, como en un anfiteagro, podría
divisar las laderas en las que el espectáculo iba a desarrollarse. Y
como le correspondía, se quedó acompañándola, a su pesar por
convertirse en mero espectador.
Pero
en contra de todo lo predecible, la fiera logró atravesar el cerco y
apareció, de pronto, a la entrada del puente. Don Enrique le lanzó
un venablo que se clavó en el costado del jabalí y que sólo sirvió
para enfurecerse más. Entonces, en vez de defender a su compañera,
como era su deber, se puso a salvo tirándose al río, y la fiera se
lanzó sobre la indefensa Teresa, despedazándola.
La
trágica muerte de su hija fue un duro golpe que batió para siempre
la altivez de Don Nuño, mientras Don Enrique, avergonzado por su
cobardía y víctima del desprecio general, se retiró a su Señorío.
A
los pocos días, apareció muerta la gigantesca fiera, tendida en el
puente que desde entonces de llama Do Porco, en el mismo sitio
que había despedazado a Teresa. En su corazón tenía clavado el
cuchillo de Roxín Roxal.
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