miércoles, 11 de enero de 2012

CRISIS. CAP. II. CRIMEN Y CASTIGO


Génesis, 3
17 Y dijo al hombre: "Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. 18 Él te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo. 19 Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!". ..
23 Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado.

Paradójicamente, lo que según la tradición judeo-cristiana occidental surgió como un castigo divino, se ha convertido en uno de los bienes más preciados para los seres humanos en general y muy particularmente para los españoles. Según el barómetro a través del cual se identifica la percepción de los principales problemas de España, publicado por el CIS y que corresponde al mes de diciembre de 2011, la falta de trabajo (el paro) constituye con diferencia (para el 82,1% de los encuestados) el principal problema de nuestro país.

El artículo 35 de nuestra Constitución, en términos muy similares a los que se contienen en el artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, proclama que Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.

La Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo, congregada en Filadelfia en su vigésimo sexta reunión, adoptó, el día diez de mayo de 1944, la Declaración de los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo y de los principios que debieran inspirar la política de sus Miembros. A ella se añadieron sucesivas enmiendas, que fueron perfeccionando los textos iniciales. En ella se recoge que el trabajo no es una mercancía, que la lucha contra la necesidad debe proseguirse con incesante energía dentro de cada nación y mediante un esfuerzo internacional continuo y concertado, en el cual los representantes de los trabajadores y de los empleadores, colaborando en un pie de igualdad con los representantes de los gobiernos, participen en discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin de promover el bienestar común, que el logro de las condiciones que permitan a todos los humanos lograr su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de oportunidades debe constituir el propósito central de la política nacional e internacional, que cualquier política y medida de índole nacional e internacional, particularmente de carácter económico y financiero, deben juzgarse desde este punto de vista y aceptarse solamente cuando favorezcan, y no entorpezcan, el cumplimiento de este objetivo fundamental, que "bla, bla, bla...", por utilizar la significativa expresión que el genial Escobar ponía frecuentemente en boca de D. Minervo o de Pantuflo Zapatilla.

Muchos son los factores determinantes de esta gripe económica sin precedentes. Una gripe que amenaza con mutar y hacerse crónica, si no letal, en la medida en que los dirigentes políticos sigan perdiendo el tiempo con tratamientos meramente sintomáticos. A mi juicio, pese a todo lo que unos y otros nos vienen contando desde hace tiempo, todavía no se ha pormenorizado la etiología de la crisis, ni siquiera se han identificado con precisión los agentes patógenos que la han producido, por más que se insista en la tesis recalcitrante que apunta a la burbuja tecnológica y las reacciones de la Fed y el BCE; los bancos y los créditos impagables o subprime, parcialmente incluidas en las Permutas Financieras de Moras Crediticias (CDS), a las que el mismo Warren Buffett llegó a denominar "armas financieras de destrucción masiva; el papel de los organismos financieros y las agencias calificadoras y la falta de regulación financiera; la escalada del precio del petróleo y la coniguiente espiral de la subida de los precios en general; el estallido de la la burbuja inmobiliaria y los desajustes en el sector de la construcción; en fin, la teoría del caos y el consabido efecto imprevisible del aleteo de una mariposa. A todo eso se suman inadvertidos factores de índole emocional, una evidente crisis de valores y múltiples cuestiones de actitud a la hora de enfrentarse a la vida real y el múltiple y novedoso sistema de relaciones, interconexiones e interacciones, no sólo económicas, sino también sociales, narcidas al abrigo de la globalidad y las Tics, como han puesto de manifiesto los múltiples movimientos y manifestaciones que tomaron las calles de cientos de ciudades en todo el planeta.

Aún así, intuyo que no se ha realizado un diagnóstico serio y fiable que permita definir con rigor la terapia indicada. Parece que de un tiempo a esta parte la mayor parte de los respresentantes políticos se mueven como pez en el agua en el mundo de las ocurrencias, los golpes y contragolpes de remo y la improvisación sin fundamento. Esta forma de actuar genera una constante inquietud e inseguridad, lo que impide planificar y formular cualesquiera ideas o proyectos, ni siquiera a corto plazo. Porque constantemente escuchamos que es preciso que fluya el crédito; pero quién va a comprometer un crédito temiendo con justa razón que antes incluso del primer vencimiento puedan haber variado no sólo las circunstancias, sino las condiciones objetivas por arte de birlibirloque (cfr. Decreto-Ley).

En mi pequeña lista de anotaciones he incluido una serie de observaciones que explican muchos de los síntomas de la enfermedad que injustamente padecemos. En artículos posteriores tendré ocasión de profundizar y expandirme, con todo lujo de detalles, en el análisis de las desviaciones financieras de las administraciones públicas, la proliferación de infraestructuras y servicios innecesarios e insostenibles, las graves carencias en materia de planificación y coordinación, el desconocimiento o la huida de técnicas de gestión eficiente y de calidad, inexistencia de actuaciones de diseño para la implantación e implementación de los servicios, errática política de subvenciones, gratuidad de servicios sin considerar la capacidad económica, improvisación legislativa y normativa, rayana en la arbitrariedad y tantas otras actuaciones incongruentes, cuando no irracionales. Pero no sólo en el ámbito del sector público se ha gestionado con altas dosis de irresponsabilidad, sino que los comportamientos de las organizaciones y los profesionales del sector privado han dejado mucho que desear, con el consiguiente sobrecoste de la producción y, consecuentementel, de los bienes de consumo y los servicios prestados, de modo que se ha precisado facturar muy por encima de lo que objetivamente pudiera parecer razonable para obtener un justo beneficio en términos de rentabilidad previsible.

Y qué decir de la difusión masiva de la cultura del dinero fácil y el éxito rápido, aunque efímero, basado en la coyuntura y en el célebre "carpe diem" del viejo Horacio, entendido en el sentido en que se tomó tal expresión a partir de la Edad Media, no como "aprovechar el momento" o "no dejar para mañana lo que podamos hacer hoy", sino como "disfruta hoy sin pensar en mañana" o "comamos y bebamos que mañana moriremos".

El concepto del trabajo puede ser abordado desde diversos enfoques. Su definición básica indica que es la medida del esfuerzo hecho por los seres humanos. Aunque existe el trabajo ad honorem, se considera que el trabajo es una actividad realizada a cambio de una contraprestación económica. De ahí la conocida expresión que afirma que “trabajo es aquello que no harías si no te pagaran por ello”, lo que introduce los conceptos de empleador y empleado. Y como el ser humano es constitutivamente social (animal político, zoon politikón, en palabras de Aristóteles), esa tarea la realiza junto con otros. De ahí surgen las relaciones del trabajo, así como las de la vida socioeconómica, que tienen por objeto, ya no sólo satisfacer las necesidades del ser humano, sino también facilitar su desarrollo como persona. Así pues, la vida social debería ofrecer la posibilidad de lograr un estado de bienestar a través de lo que podría llamarse un sistema de provisiones: alimentos, abrigo, asistencia médica, cultura, seguridad, etc. Sistema de provisiones que se obtiene por la incorporación de esa acción que denominamos trabajo. De este modo, cuando esa acción se debilita o se merman las posibilidades de su desarrollo, inevitablemente se resiente el sistema de provisiones y consecuentemente las cotas de bienestar alcanzadas. En esta situación, no sólo es razonable, sino de justicia, que se repartan equitativamente las pérdidas entre todos los socios de esta organización que llamamos nación. Lo que en ningún caso resulta admisible es que se hayan repartido las ganacias unos pocos y que ahora seamos todos los demás los que carguemos con las consecuencias de sus alegrías, empezando por nuestros legítimos representantes, que en realidad no son más que nuestros mandatarios, a los que encomendamos que adopten decisiones dirigidas a alcanzar las aspiraciones del pueblo español.

Excursus sobre lo inexorabile del sufrimiento como garantía de éxito.
Pese a todo lo espuesto, debemos convenir que no basta la racional elaboración y ejecución de planes más o menos brillantes. Es de todo punto necesario concitar una actitud valiente, dispuesta al esfuerzo y a la lucha, con fe inquebrantable en nuestras posibilidades, sin necesidad de seguir a pies juntillas los consejos de foráneos, a los que tradicionalmente tendemos a considerar "más listos que el hambre".

La magnífica obra del novelista Ruso Fiódor Dostoievski, "Crimen y castigo" (1866), considerada por la crítica como su primera obra maestra, encierra un profundo análisis psicológico de su protagonista, el joven estudiante Raskolnikov, cuya firme creencia en que los fines humanitarios justifican la maldad le conduce al asesinato de una usurera petersburguesa. Pero, desde que comete el crimen, la culpabilidad será una pesadilla constante con la que el estudiante será incapaz de convivir. El estilo enfebrecido y compasivo de Dostoievski sigue con maestría única los recovecos de las contradictorias emociones del estudiante y refleja la lucha extrema que libra con su conciencia mientras deambula por las calles de San Petersburgo. Ya en prisión, Raskolnikov se da cuenta de que la felicidad no puede ser alcanzada siguiendo un plan establecido a priori por la razón: ha de ganarse con sufrimiento.

En el próximo capítulo analizaremos las cuestiones de lo productivo y lo improductivo, valiéndonos de los postulados de Adam Smith, Stuart Mill y otros insigens economistas, clásicos y modernos. Y veremos las consecuencias que ha tenido la preponderancia de los segundo sobre lo primero durante tantos años.

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