martes, 15 de junio de 2010

LA REFORMA LABORAL

Artículo de opinión publicado por C.J. Amigo el 15 de junio de 2010.

Durante estos días asisto asombrado al constante vaivén, al coleteo incesante de peregrinas ideas pendulares sobre la manida reforma laboral, al parecer tan necesaria como irremediable, aunque paradójicamente no hace más que columpiarse en las cada vez más abundantes elucubraciones de nuestros dirigentes y sus oponentes políticos.

Lo primero que me pregunto es qué interés real puede tener la reforma de lo "adjetivo", cuando resulta evidente que, a la vista de lo que está sucediendo a nivel global y muy especialmente en España con la economía, deberíamos dedicarnos ya a la ardua e inexorable tarea de reformar lo sustantivo. Aquí, como siempre, nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y no se nos ocurre mejor idea que refugiarnos bajo la copa de algún árbol frondoso, esperando que el rayo impacte sobre el campanario o alguna torre de la red eléctrica más o menos próxima. Siempre improvisando y siempre poniendo parches, hasta que revienta la cámara a fuerza de gastarse más ésta que los propios apósitos de caucho.

Lo que de verdad urge reformar es el mercado de trabajo. Ahora bien, no seamos ingenuos; si los mercados se modifican desde el poder, enseguida se producen monopolios controlados por los amigos de los que mandan y corruptelas generalizadas que acaban dando al traste con los objetivos que pudieran perseguirse. En el contexto de una economía de libre mercado, el papel de los gobiernos debe ser el de salvaguardar los derechos de los individuos y los grupos en que éstos se integran, establecer los mínimos en materia salarial, garantizar las coberturas sociales y, en fin, promover las condiciones para que la dignidad del trabajo en su conjunto sea una realidad.

Por definición, en el mercado laboral confluyen la demanda y la oferta de trabajo. El equilibrio se produce cuando hay personas que pretenden producir algo o prestar algún servicio, motivados sobre todo por el ánimo de lucro (que nadie se escandalice, esto es así) y otras personas que están dispuestas a poner al servicio de aquél su fuerza, sus conocimientos, sus habilidades o su ingenio, a cambio fundamentalmente de una retribución, que consideran inicialmente satisfactoria en términos generales.

Para que la iniciativa de los primeros se produzca, es necesario reformar una enorme cantidad de aspectos del marco normativo: aspectos burocráticos, fiscales, tributarios, financieros, mercantiles, de regulación del sector energético y de comunicaciones, etc. Igualmente hay que planificar la actividad económica general, invertir en infraestructuras útiles y mejorar la calidad de los servicios públicos. Además, hay que redefinir y reorientar la actividad de fomento de las Administraciones Públicas, que están produciendo verdaderos agravios, cuando no crudas discriminaciones que hacen trizas la competitividad en clave de juego limpio. Y por supuesto, no demonizar a los emprendedores, por un lado, y por otro, vigilar los excesos y latrocinios dealgunos, casi siempre con la connivencia, la anuencia o al menos la tolerancia de una sombra del poder, político o fáctico, cada vez más alargada y densa.

Para que los segundos, los demandantes de empleo, tengan la suficiente motivación para acceder al mundo del trabajo con una actitud responsable y de constante búsqueda del progreso en lo personal y en lo profesional, es preciso asegurar que se produzca una retribución económica y social proporcionada y objetiva con respecto al esfuerzo realizado y al mérito demostrado.

En nuestro país, en España, los sucesivos Gobiernos no han hecho más que desincentivar, con carácter general, a emprendedores y trabajadores. Y así, una y otra vez acontece que las sucesivas reformas acaban convirtiéndose en espejismos y el desencanto vuelve a apoderarse de nuestros corazones.

Lo que realmente necesitamos es cultura, un cultura clara de empresa y de lo que significa el trabajo, no sólo "decente", como lo han calificado algunos expertos o sabios europeos(1), sino satisfactorio, estimulante y por naturaleza evolutivo. Tenemos que cambiar casi todo desde el punto de vista jurídico positivo, pero especialmente tenemos que cambiar nosotros, abrir nuestras mentes y abrazar el futuro con confianza, sobre los cimientos de ideas y sentimientos verdaderamente sinceros y convicciones firmes con respecto a los valores de nuestra sociedad, muchas veces repetidos, pero pocas veces definidos con claridad y casi nunca practicados. (1) Informe de la Comisión de Expertos en Aplicación de convenios y Recomendaciones. Oficina Internacional del Trabajo Ginebra, 2010 (Un informe de nada menos que 966 páginas, ahí es nada, y la verdad, para muy poco.-->

Como decía un antiguo compañero, en determinadas condiciones y circunstancias el trabajo es una "chulada" Ese mismo compañero ha podido comprobar que basta con cambiar unos cuantos cuadros, mandos intermedios y directivos para que trabajar en lo mismo se convierta en un infierno. A veces permanecen los objetivos, funciones y actividades, y sin embargo hacer lo que antes hacíamos placenteramente se convierte en una tortura; y es que, ante todo, el trabajo es una actividad exclusivamente humana.

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