viernes, 25 de junio de 2010

REFLEXIONES SOBRE EL MUNDIAL


Estos últimos días el fútbol domina por completo la programación de las principales cadenas de televisión. No voy a comentar las debilidades y fortalezas de las diferentes selecciones ni las habilidades y proezas de sus jugadores. Pondré el acento en las actitudes de las personas que respiran bajo las camisetas, para mostrar cuánto tiene que ver con la vida misma y cuán fielmente refleja ptincipios y tics sintomáticos de nuestra civilización.

La simple observación de los numerosos lances que se producen durante el partido nos informa de los siguientes aspectos:

- Los jugadores se afanan una y otra vez en incumplir las normas sin que se note: zancadillas que ocultan con el cuerpo, uso de las manos para controlar el balón, etc.

- Los jugadores intentan constantemente engañar al árbitro: se tiran al mínimo roce del contrario, exageran los gestos y muecas de dolor ante una inexistente patada, incluso fingen que el adversario les ha agredido, entre otras lindezas.

- Los jugadores no cejan nunca en su empeño de provocar a los contrincantes: les pellizcan, les insultan, les empujan y hasta realizan tocamientos en los genitales.

Es decir, se trata de ganar como sea, haciendo todas las trampas posibles.

Observamos por el contrario que cuando un jugador se conduce con limpieza, respetando las reglas del juego y luchando noblemente con el objeto de superar al adversario y lograr el mítico "gol", frecuentemente se encuentra con la sanción del "trencilla", que paradójicamente parece confabularse y encontrarse muy a gusto con aquellos que no pretenden otra cosa que burlar su autoridad y engañar su presuntamente justo criterio. La vida misma.

Lo malo de todo esto es que el deporte, como concepto abstracto, se nos vende como una actividad humana digna, noble y espiritualmente elevada. Las manifestaciones reales de esta actividad distan mucho de esas cualidades que en abstracto se le atribuyen, cuando no las contradicen totalmente. Y desde mi punto de vista es algo sumamente preocupante, especialmente teniendo en cuenta que el deporte constituye uno de los pilares fundamentales de nuestro sistema educativo. Una cosa es la razonable picardía, la inteligencia ágil y brillante que te permite superar una situación complicada durante el desarrollo del juego y otra muy distinta es la marrullería permanente que al parecer se ha instalado en la mentalidad de los deportistas profesionales, constantemente ensalzados por los medios de comunicación y utilizados masivamente como reclamos publicitarios para asociar determinados productos a las ideas de vida sana, espítitu noble, transparencia de sentimientos, etc., etc.



No hay comentarios:

Publicar un comentario