lunes, 5 de julio de 2010

CHINTO AMIGO

Encontrei esta reportaxe na hemeroteca de La Voz de Galicia, referente ó "Tío Chinto", que me complace reproducir. Súmome moi gustoso a reivindicación da súa memoria e o recoñecemento dos seus méritos.

O artículo está firmado por Gabriel Pérez Suárez, corresponsalía de Carballo, o 1 de outubro de 2005.


A foto pertence ao arquivo de Xan Fraga Rodríguez.


Chinto, un motor para el pueblo

Es mi intención dedicarle estas líneas a alguien que, de manera desinteresada, y a veces a cuenta de su peculio, puso todo su empeño en conseguir para el pueblo de Carballo que tan bien lo acogió unos centros de enseñanza estupendos, donde los niños y jóvenes de Bergantiños pudiesen cursar sus estudios hasta el preuniversitario, sin necesidad de tener que trasladarse fuera de la localidad. Ese insigne carballés de adopción con el que el pueblo de Carballo está en deuda, no es otro que Jacinto Amigo Lera, más conocido por el pseudónimo de Chinto de Carballo.

Natural de Portomouro

Fue Chinto un hombre que ya en su juventud apuntaba un don que le hacía despuntar allí donde estuviese y con quien se hallase. Tengo un vago recuerdo de cuando, allá por los años treinta se acercaba a Santiago desde su Portomouro natal para reunirse con una peña de amigos que lo tenían en gran estima.

Finalizada la guerra civil, Chinto, junto con su esposa Carmen Garagarza, se traslada a vivir a la capital de Bergantiños, fijando su domicilio en el número 8 de la calle Camiño Novo, al lado de donde, con el tiempo, abriría un comercio dedicado a la venta de calzado. Dada la faceta dialogante de este hombre, no tarda en introducirse en el seno de la sociedad carballesa, siendo, como lo había sido antes en Santiago, un asiduo concurrente a las tertulias que tenían lugar unas veces en el Casino y en ocasiones en su mismo negocio.

Por aquel entonces, y dada su carismática forma de comportarse, es nombrado juez municipal, cargo que ejerció con rectitud y siempre procurando avenir a los vecinos.

Al cabo de unos años, Chinto abandona el negocio del calzado y, aprovechando su amistad con el médico Pedro Abelenda, propietario de una mina de wolframio en Monte Neme, le propone a éste, previo canon estipulado entre ambos, el destajo del yacimiento. Acepta la oferta el doctor Abelenda y esto convierte a Chinto de Carballo en uno de los principales exportadores de tungsteno.

A consecuencia de este cambio producido en su vida, y por requerirlo el negocio minero, Chinto se ve obligado a a desplazarse con frecuencia a Madrid y asiduamente a A Coruña, ciudades ambas en las que pronto se hizo con buenas amistades.

Para su campechanía no existían obstáculos, y esto lo hacía ser querido por las personas de su entorno y particularmente por los vecinos de la villa. Todavía son añoradas por muchos aquellas fiestas del 17 de agosto, día de su onomástica, en las que cientos de personas acudían invitadas al chalé para degustar las pantagruélicas comidas-cena que, como buen anfitrión, compartía con el pueblo.

Chalé desaparecido

Por el chalé, hoy desaparecido bajo la piqueta de la especulación y la desidia de los gobernantes de turno, han pasado gentes de lo más relevante. La abierta y locuaz conversación que poseía Chinto, junto con su don de gentes eran la llave, para lograr la amistad de personas que en aquellos momentos ejercían altos cargos en el Estado.

En su casa, que recordemos, estuvieron de visita particular el capitán general Mohamed Ben Mizzian, los ministros Solís y Villar Palasí, el conde de Fenosa, el embajador de España en Estados Unidos, José de Lequerica; el banquero Fierro, directores generales, magistrados, artistas, empresarios... Chinto, con una habilidad especial, se aprovechaba, cuando era necesario, de estas relaciones para favorecer a su pueblo o ayudar a algún vecino.

El personaje tenía dos debilidades; el tiro de pichón y los automóviles. Chinto y su hermano Braulio, al que le faltaba un brazo, eran dos escopetas extraordinarias. Su fama de tiradores traspasaba las fronteras y era rara la competición pichonera en la que ellos no estuviesen presentes. Fueron copiosos los trofeos que adornaban sus vitrinas.

En cuanto a los automóviles, y pese a la restringida importación que regía en la época, siempre se las arreglaba para poseer uno o dos de las mejores, marcas. Un lujoso Hudson, un Pegaso deportivo regalo del general Mezzian, un Cadillac que le había comprado a Lequerica, Mercedes... Modelos hoy son fáciles de adquirir, pero que en aquellos momentos, sólo los privilegiados podían disfrutarlos.

Allá por los años cincuenta del siglo pasado, y ya en su madurez, Chinto vuelve a dar una prueba más del cariño que profesa al lugar que lo acogió. Fue el caso que un buen día llamó a su puerta una monja nativa, María Carracedo Viña a solicitar su ayuda para llevar a feliz término una idea que llevaba rumiando hacía tiempo y que no era otra que la de construir un centro de acogida y educativo para los hijos de los emigrantes y otros niños de la localidad.

Colegio de las Monjas

Nada más enterarse de las humanas intenciones, Chinto no sólo sancionó el proyecto, sino que además de ceder el terreno, ayudó económicamente para que, en 1958 se inaugurase el conocido como Colegio de las Monjas.

Otras obras a la que debe adjudicársele su autoría, y que son prueba de su denodado interés por la cultura, lo confirma la Escuela Hogar y el instituto Alfredo Brañas. Inaugurados después de ímprobos trabajos las clases en el curso 70-71, cuando Chinto era alcalde, ambos han sido, desde entonces, los faros cuyos destellos educativos alcanzaban varias comarcas de la Costa da Morte. El Alfredo Brañas fue el génesis de donde salieron renombrados médicos, abogados, jueces, ingenieros, biólogos, matemáticos, periodistas y otros profesionales que se han expandido por España y Europa.

En ocasiones, uno se para a escudriñar el nomenclátor de las calles de Carballo y se encuentra con que bastantes de ellas están asignadas a personas que, aunque famosas por haber destacado en algo a lo largo de su vida, poco o nada tuvieron que ver con la ciudad a la que la mayoría de ellos ni siquiera conocían.

Sin embargo, y he ahí la paradoja, pese a no haber nacido aquí, pero que residieron y formaron parte de la colectividad toda su vida, contribuyendo al desarrollo y engrandecimiento de la ciudad, se hallan, bien por negligencia o por culpa del olvido de quién o quiénes deberían de ser los primeros en tenerlos en cuenta, condenados al más reprochable ostracismo.





3 comentarios:

  1. por fin se habla de este hombre que lo merece.Pertenezco a una de las personas entre muchas que tanto ayudó. Sabias dar lo mas bello que había ti, a parte de tu dinero,cariño comprensión, viendo siempre lo positivo de las personas.Eras tan rico por fuera como por dentro.

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  2. Merece este hombre un reconocimiento del pueblo de Carballo por todo lo que hizo por él,bien con una estatua,plaza o calle.No se si un día se hará.La persona que escribe esta pequeña biografía lo conocía muy bien.

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  3. 7 de julio de 2011.Se publica en la Voz de Galicia la construcción de una calle con el nombre de Jacinto Amigo Lera.

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